sábado, 12 de mayo de 2012

Indeciso.

No se me ocurría qué escribirte. O quizás es porque es tan real que no me alcanzan las palabras.
Siempre me quedaron cortas, ahora aun más.
Que mis dedos congelados se entrelacen con los tuyos envueltos en llamas y que te apagues a mi brazo cual koala a un árbol, es inexplicable.
Que tus besos me duren hasta el día siguiente y tu perfume quede impregnado en mi ropa, podría parecer descabellado, pero vos lo hacés tan simple y necesario.
Podría hablar de tus ojos, que no son como el café ni como el cielo. Quizás podría ser como el mar brasilero, pero tampoco. Tus ojos, como antes te dije, me encandilan. Me dejan perplejo porque no puedo dejar de mirarlos.

Era amor.

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