Me perturban. Mis pensamientos no me dejan tranquilo. Esto, lo otro, aquello, para allá, aquí, acá. Los ojos se pierden, las cejas se curvan, los labios se fruncen y las lágrimas caen. Una señal. Un dote de lucidez. Algo. Tu rayo celestial, pero rápido. No sé si aguantaría un minuto más, ya está quebrado.
Asustado.
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